Volver a Lihn

Como suele suceder con los grandes referentes, siempre hay un grupo importante de lectores que están a la espera de cualquier texto inédito que aparezca. En el caso de Enrique Lihn, su legado se resignifica en las nuevas generaciones. No se trata solo de su importancia a nivel latinoamericano, sino de la singularidad de su poesía y las temáticas que cruzaron su obra, como la reflexión sobre la escritura, la muerte, la desterritorialización, la unión entre arte y vida, el amor y el desamor. Fue además dibujante, narrador, crítico y dramaturgo. En un mundo acelerado por internet y redes sociales, es valorable detenerse un minuto a pensar por qué debemos volver a este autor. ¿Por qué nos gusta tanto? ¿Qué nos remece de Lihn?

 

Overol ya había apostado por “Las cartas de Eros” en 2016, reuniendo seis misivas inéditas de Lihn dirigidas a mujeres imaginarias, escritas a inicios de los años 80. Esta vez la novedad es una recopilación de textos aparecidos en periódicos, revistas, antologías y ediciones artesanales, que no fueron parte de los libros individuales del autor. “Poetas, voladores de luces» (Overol, 2017) fue presentado el pasado 23 de julio en la Feria del Libro Independiente y Autogestionado (FLIA) en el Centro Arte Alameda.

 

Se trata de una reedición de un libro lanzado en 1982 en Italia por Le parole gelate (Roma-Venezia). En ese momento el texto tuvo un tiraje de apenas 151 ejemplares y Lihn lo dedicó especialmente a la pintora chilena Irene Domínguez. De hecho, su primera versión formaba parte de un libro manufacturado llamado “Dos poemas para Irene” (1981) que tuvo una única versión y que Lihn le llevó de regalo a la artista en una fiesta que se celebraba por su partida a París. En esa fiesta, Lihn le pasó el libro e Irene a su vez un cuadro en el que aparecía pintado el escritor paseándose en punta de pies por los techos de Nueva York, inspirado por su poemario “A partir de Manhattan”. Este suceso aparece contextualizado al final de la edición de Overol, junto al detalle de las procedencias de los textos.

 

Así, simulando las alas de un pájaro, el poema visual que abre “Poetas, voladores de luces” tiene referencias directas al retrato que pintó Irene, comparándola con una cigüeña o ave migratoria. Tiene además conexión con el poema “Despedida de Irene” que aparece en la primera sección del libro: “Llévale a esa ciudad mis recuerdos desesperados/ tú que entras y sales de ella/ como de un territorio conquistado”.

 

Además del poema visual, “Poetas, voladores de luces” contiene dos secciones bien diferenciadas. En primer lugar, “A Catulo y otros (1952-1988)”, hace referencia a escritores como Vicente Huidobro, César Vallejo, Luis Oyarzún, Rubén Darío y Mauricio Wacquez. Aquí se incluyen además poemas escritos en viajes a España, Italia, Estados Unidos, India y ciudades de Chile como Antofagasta y Punta Arenas. En “Barco Viejo” los siguientes versos nos trasladan a la zona austral: “de cuando el indio hizo su amor como agoniza/ el petrel en la noche de los vientos,/ de cuando sangre y nieve jugaron a encontrarse/ y una ciudad se alzó donde cayeron hombres”.

 

En estas reiteradas menciones a viajes aparecen personajes singulares que fueron amigos de Lihn. Es el caso del largo poema “Pour dire au revoir a los Husson”, en el que el escritor recuerda a Roland Husson, agregado cultural de la Embajada de Francia en Chile en 1973. La reflexión sobre el lenguaje y el oficio de los poetas, característica persistente en la obra de Lihn, se revela una vez más en poemas como “No tengo apuro ya”, “Botánica” y “Peje-rey”, este último con los siguientes versos: “Eres el rey aún/ pero solo en la casa miserable/ de tu desbarrancada poesía”. Asimismo, temas como la muerte vuelven a aparecer en “Ancianos y Orangutanes” y también reflexiones sobre exposiciones en museos y movimientos artísticos en “Lo que no ocurrirá”, “Nadar” y “Modernismo”, entre otros.

 

La segunda parte de esta edición, “Seis poemas sobre mitología chilota”, fue escrito en 1972 e incluye textos publicados en el diario El Siglo que se refieren al mundo popular chileno. En esta sección los poemas tratan sobre figuras de leyendas como el Caleuche, la Pincoya y el Trauco, entre otras. Estos poemas fueron escritos por encargo como parte de una exposición organizada en Chiloé por la CORFO, en pleno período de la Unidad Popular. Aunque esta última parte del libro no es  especialmente llamativa, en conjunto el libro funciona como una bitácora de hallazgos que complementan la profusa obra de Lihn.

 

 

En suma, es un libro imprescindible para sus lectores más fieles, pero también para quienes tienen curiosidad en otra faceta de Enrique Lihn. El hecho de que se entregue una mirada amplia de los temas que le interesaban nos ayuda a recordar por qué es uno de nuestros poetas más trascendentes.

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