Gabriel Josipovici: el entendimiento y la confianza

Libros, películas, pinturas, historia, su experiencia, son la materia prima con la que Josipovici intenta demostrar que es posible sentirse cómodo en nuestras relaciones con el mundo y los demás, revalorando el tacto por sobre la vista, respetando (y superando) la distancia, en un libro publicado en Chile por Roneo. Comenta Steven Jaron.

En sus últimos años, Roland Barthes estuvo cada vez más preocupado por el deseo de escribir una novela, un deseo que dejó incompleto a su muerte. Él, con todo, habló de eso, como lo hizo en una conferencia de 1978 en el Collége de France. Aunque “Longtemps, je me suis couche de bonne heure” (“Mucho tiempo he estado acostándome temprano”) —recopilada póstumamente en Le bruissement de la langue (El susurro del lenguaje) —no es una expresión directa de ese deseo —lo que sería presuntuoso, carente de gusto— tenemos la sensación de que él quería componer una “roman utopique» para pasar a otro tipo de saber (“savoir”), un nuevo saber que requeriría un método de investigación innovador.

Tacto. Gabriel Josipovici. Trad. C. Carrasco y N. Vargas, Editorial Roneo, Santiago, 2021, 204 pp.

Fue en Proust (de ahí el título de la conferencia de Barthes) donde Barthes no encontró a su practicante modelo —la roman utopique, después de todo, aún no había sido escrita— sino su estímulo. Su predecesor había explotado una “certaine indecision des genres”, perceptible en los escritos de Nerval y Baudelaire, que condujo a la creación de su obra maestra. ¿Era una novela? ¿Era un ensayo? “Aucun des deux ou les deux a la fois”, propuso: ninguno de los dos o los dos al mismo tiempo. De hecho, A la recherche fue una “tierce forme”, un tercer género, hecho posible por el método de trabajo de Proust, por haber escrito gran parte de él durante un período en el que la lógica vacila, una lógica de “decloisonnement” o abandono de los géneros.

Autor de varias colecciones de ensayos críticos sobre literatura y obras de ficción, incluyendo Migrations, The Air We Breathe y, más recientemente, In the Fertile Land, quien fuera profesor de literatura inglesa en la Universidad de Sussex, Gabriel Josipovici, también ha publicado un estudio sobre las Biblias judía y cristiana, El libro de Dios. Los críticos lo han considerado durante mucho tiempo “un experimentalista”, y así es como él se llamaba a sí mismo hace dos décadas. Tacto es en gran medida una reflexión experimental sobre la creación artística y la calidez que se genera, o el frío que se produce, entre el objeto creado y su espectador o lector. Podría ser lo que Barthes buscaba en su “tierce forme”: un tercer género, necesariamente experimental, alojado entre la novela y el ensayo, uno autobiográfico pero no autoindulgente. El propio Josipovici describe Tacto como “un libro muy personal”. Y eso es lo que es, un nuevo ensayo sobre el entendimiento humano cuyo centro es la idea de “confianza”, “asir y aferrar” —confianza “como la mano de la madre que el niño toma por instinto cuando salen a dar un paseo. El niño no toma la mano para confirmar o probar algo; la toma porque es lo que se hace cuando uno comienza a caminar”.

El interés principal de Josipovici radica en lo artesanal en la creación visual o literaria. Él considera el destino de la obra de arte en la era de la reproducción mecánica a medida que avanza rápidamente a través de los análisis de “Luces de la ciudad”, de Chaplin, la Biblia y Esquilo; de Coleridge y de Donne; de Kafka, Proust y Beckett; y de Rembrandt, Chardin y Van Eyck, al tiempo que invoca postes de señalización crítica tan amplios como el historiador de la iglesia cristiana primitiva Peter Brown y los críticos Walter Benjamin y Stanley Cavell, en su búsqueda de esa cualidad esencial en el arte literario o visual. El artesano reproduce su experiencia vivida en la creación del objeto; el espectador o lector a su vez siente su aura. Nos sentimos a la vez atraídos y apartados de la obra de arte. Eso también resume la experiencia de leer Tacto, en la que la penetrante sensibilidad del autoanálisis de Josipovici refuerza la alta calidad de su crítica cultural.

Tacto es en gran medida una reflexión experimental sobre la creación artística y la calidez que se genera, o el frío que se produce, entre el objeto creado y su espectador o lector.

“Longtemps, je me suis couche”, de Barthes es un estudio sutil sobre el origen del método de Proust, el cual siguió a la pérdida de su madre en 1905. La pérdida filial parece también el origen del libro de Josipovici, la pérdida de su madre, Sacha Rabinovitch, una renombrada poeta y traductora de Blanchot, quien murió en marzo de 1996. Sin embargo, se debe decir que Josipovici no expone su dolor al lector. Similar a la privación descrita por Proust, y más tarde por Barthes, el luto de Josipovici se incorpora con mucho tacto en su ensayo. Pero los lectores que han seguido su carrera intuirán la presencia de una pérdida, inminente o actual, informando el inicio y la ejecución de esta obra, y comprenderán la seriedad detrás de reflexiones como esta: “Sin embargo, si al niño le quitaran la mano, su mundo colapsaría. De pronto, esa mano, en la que nunca había pensado, se vuelve la cosa más importante del mundo. Se da cuenta de que la necesita en el momento en que la ha perdido”. Podría ser, entonces, que el tema último de este absorbente libro sea la distancia que separa a los individuos de la obra de arte y la que los separa entre sí. Sería un análisis menos sobre el tocar, el asir o el aferrar que sobre el dejar ir.

[Artículo aparecido en World Literature Today 71-3 (1997). Se traduce con autorización de su autor. Traducción: Patricio Tapia].

Steven Jaron

Steven Jaron es psicólogo clínico y psicoanalista. Trabaja en el Centro Hospitalario Nacional de Oftalmología de Quinze- Vingts en París. Ha sido profesor en la Universidad de la Sorbonne y es doctor en literatura comparada de la Universidad de Columbia. Entre sus libros se cuentan: “Edmond Jabès. The Hazard of Exile (Legenda, 2004), “Zoran Music, Voir jusqu’au coeur des choses” (L’Échoppe, 2008),

Sigamos en contacto

Sitio diseñado con por Mariano Xerez