Ai Weiwei o el arte como antídoto del miedo

Un libro importante, según el reseñista, Tom Zelman, son las memorias de Ai Weiwei , quien es uno de los más importantes artistas de China y, a la vez, uno de sus más importantes activistas sociales.

Ai Weiwei dejando caer un jarrón de la Dinastía Han

Estas memorias constituyen un libro notable, y uno importante. En un estilo vívido y directo y frecuentes dibujos, Ai Weiwei, el artista conceptual y activista social más destacado de China, nos ofrece una perspectiva personal de la historia de su país durante los últimos 100 años. Como indica el título (tomado de uno de los poemas de su padre), el foco de Ai Weiwei es la memoria histórica, y en confrontación con los esfuerzos del Partido Comunista chino por sustituir el eufemismo y las narrativas autorizadas, ha creado una variedad de formas de arte diseñadas para alertar al público sobre la necesidad de preservar el pasado.

1000 años de alegrías y penas. Ai Weiwei. Trad. A. Gragera, Editorial Debate, Barcelona, 2022, 432 pp.

La primera mitad del libro se ocupa de dos hombres que cobran gran importancia en la configuración de la conciencia de Ai Weiwei. El autor traza la vida de su padre como un artista joven, un hombre errante y un poeta en cierne. Ai Qing llega a París en la década de 1920 para estudiar arte, donde queda deslumbrado por la libertad experimental en las artes visuales (Chagall, los impresionistas) y la poesía (Breton, Apollinaire) que allí encuentra. Entonces se convierte en apóstol de la “libertad de expresión”. Al regresar a China, primero se siente atraído por el enclave del Partido Comunista en las montañas, luego es encarcelado por sus puntos de vista divergentes, el primero de muchos castigos que soporta durante su vida. Ai Qing parece estar siempre presente en las memorias, como un modelo para su hijo.

El otro hombre es, por supuesto, Mao Zedong, el arquitecto de una ortodoxia asfixiante que recae fuertemente sobre Ai Qing. Cuando era adolescente, Ai Weiwei vive con su padre en el campamento de la “Pequeña Siberia” de la provincia de Xinjiang durante los años de la Revolución Cultural. Aquí su padre relata historias de su pasado que claramente resuenan en su hijo y dan forma a sus actitudes hacia el poder.

En la segunda mitad de las memorias, el autor explica la evolución de su arte a medida que se aleja de los estudios de las escuelas de arte (¡abajo las autoridades culturales!) y hacia obras mayores que desestabilizan las cualidades “narcóticas” del lenguaje oficial. Un claro ejemplo es el icónico estadio “El Nido del pájaro”, que diseñó para los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008, como homenaje a la apertura, la luz y la transparencia. No contento solamente con diseñarlo, lo visitó cada día durante su construcción para filmar y hacer una crónica de las duras vidas de los trabajadores migrantes: su pobreza y sus heridas.

El Estadio Nacional de Pekín, conocido como El Nido del Pájaro.

En 2008, el terremoto de Sichuan cobró la vida de más de 5.000 escolares cuando sus escuelas mal construidas se derrumbaron. En respuesta a los esfuerzos de encubrimiento del gobierno (“mantener la estabilidad”, en los términos oficiales), él exhibió cientos de pequeñas mochilas rosas para mantener las trágicas muertes en el ojo público.

Quizás su acto de arte conceptual más disonante fue la filmación de él mismo rompiendo un jarrón de la dinastía Han de 800 años de antigüedad, su comentario simbólico sobre cómo su tierra natal considera la historia.

Ai Weiwei corteja el peligro al desafiar a las autoridades, pero no es inmune al miedo. En 2011 fue arrestado e interrogado durante 81 días, con dos guardias en su pequeña celda durante todo el día.

Ai Weiwei, quien se define a sí mismo como un “disidente”, corteja el peligro al desafiar a las autoridades, pero no es inmune al miedo. En 2011 fue arrestado e interrogado durante 81 días, con dos guardias en su pequeña celda durante todo el día. Esta experiencia aterradora también la recreó más tarde como una instalación de museo. Sin embargo, al explicar la motivación de su trabajo, nos dice que “la libertad… procede de la resistencia”, es decir, la creación del arte, que es “el antídoto del miedo”.

1000 años de alegrías y penas es un impresionante examen de sí mismo, hecho por un artista valiente y escrito para que su propio hijo pequeño pueda algún día comprender las alegrías y las penas de Ai Weiwei.

[Artículo aparecido en «Star Tribune” 29-10-2021. Traducción: Patricio Tapia]

Tom Zelman

Tom Zelman estudió literatura francesa en la Universidad de Rutgers, y literatura inglesa en las universidades de Michigan e Indiana. Es profesor en el College de St. Scholastica, en Duluth, y ha escrito sobre los poetas Robert Frost y Eavan Boland, así como sobre el lenguaje y el perfume, entre otros temas.

Sigamos en contacto

Sitio diseñado con por Mariano Xerez