Artículos
«La joven durmiente y el huso» de Neil Gaiman
Por Bernardita Ojeda Labourdette + Neil Gaiman | Jul 13, 2016
Escrito por Neil Gaiman y complementado de manera magnífica por los dibujos en blanco y negro (con toques de dorado) de Chris Riddell (quien también ha ilustrado otros libros de Gaiman como Coraline, El libro del cementerio, Neverwhere y Fortunately, the Milk) esta historia mezcla dos cuentos de hadas clásicos, donde apreciamos los cambios a las historias y a los personajes a medida que leemos, aunque resultan extrañamente familiares todo el tiempo. No es un exactamente un «retelling», es decir, contar una versión clásica en un escenario distinto, como por ejemplo hace Angela Carter en «La Cámara sangrienta» con sus versiones de «Barbazul» o «La caperucita roja» o «Briar Rose» de Jane Yolen, donde se ocupa la historia de la Bella Durmiente que transcurre en los campos de concentración nazis; pero Gaiman sí ocupa muchos «tropos» canónicos del género de la fantasía como la «damisela en desgracia» para transformarlos en su opuesto, en este caso, ninguna de las aparentes «damiselas en desgracia» lo son y tampoco hay «príncipes» ni «caballeros» que intervengan en una historia que trata sólo de mujeres, de sus deseos, anhelos y sueños.
Para Gaiman, La Bella Durmiente no es realmente una historia, sino el comienzo de una (su vida comienza cuando despierta, pero es ahí donde el cuento original termina, ya que resulta más interesante dormida como foco de conflicto y atracción, que el desarrollar su vida de manera posterior, que además ya tiene completa, con dos niños y un marido, una familia creada mientras dormía). De esta manera, Gaiman usa casi todos los elementos y funciones tradicionales de los cuentos de hadas (reinas, princesas, castillos y objetos, ayudantes mágicos, engaños y fingimiento, entre otros, que fueron detallados de manera precisa por Vladimir Propp) para darle una verdadera historia a la Bella Durmiente. Para esto, ocupa personajes que toma nuevamente (recordamos «Nieve, Cristal, Manzanas») de uno de sus cuentos favoritos: Blanca Nieves, que le fascina porque es un claro ejemplo de cómo enfrentar las adversidades y no rendirse, suceda lo que suceda. Así, sin indicar nunca los nombres de ningún personaje, comienza la narración presentando a una joven reina (que a su vez cumple la función de caballero) que se enfrenta a una extraña epidemia de sueño que amenaza por invadir su reino e interrumpir los futuros planes de boda que se ciernen sobre ella.
Vemos aquí cómo Gaiman vuelve otra vez a ocupar una de sus figuras mitológicas más queridas, la triple Diosa (cómo olvidar las Moiras y las Furias en The Sandman) mediante la joven durmiente, la anciana que la custodia y la joven reina. Las dos primeras, una rubia y la otra de cabello blanco y la heroína de cabellos «negros como la noche». La joven durmiente sueña, la anciana no puede dormir, en su rol de custodia y la joven reina está despierta, tratando de evitar la epidemia de sueño en su reino. Sólo tenemos mujeres presentes y activas, los monstruos que encuentran por el camino duermen, los tres enanos que acompañan a la joven reina son una suerte de presencia casi silenciosa, los caballeros en sus armaduras se encuentran enredados y muertos en el bosque de rosas que rodea el castillo. Este cuento es de y sobre las mujeres. E incluso el huso, que ya había cumplido su misión, herramienta primero de mujeres y herramienta luego de sueño, se transforma nuevamente en una herramienta mágica en las manos adecuadas.
El cuidado puesto en las ilustraciones y en el uso del color dorado para destacar ciertos detalles importantes es excepcional: el peine de la joven reina, los lazos que la envuelven cuando es vestida, los tres cascos (que asemejan lámparas) de los tres enanos que la acompañan, los variados motivos de calaveras, las espinas y rosas del bosque que rodea al castillo, la corona de la bruja y los ojos dorados de los lobos que están camino a la cámara donde duerme la joven (que piensa rescatar nuestra heroína). También se usaron letras capitulares envueltas en rosas doradas para comenzar cada capítulo, lo que es un acierto, junto con el detalle del largo cabello de los tres personajes principales, que es un elemento estético y que aporta a la narración también.
Está publicado en español por editorial Salamandra y es un libro que vale mucho la pena comprar y tener, no sólo fanáticos de Gaiman, sino también los amantes de los cuentos de hadas (clásicos y modernos).