Marcelo Escobar, ilustrador: «Veremos si aprendemos la lección en los años que están por venir»

marceloescobarEn esta segunda entrega del Mito del Reyno de Chile (LOM, 2012), Marcelo Escobar, María Paz Araneda y Marcelo Baeza continuaron hurgando en el revés de la historia oficial para publicar los retratos de los personajes anónimos que poblaron el siglo XX. Con ilustraciones que se inspiran en la gráfica popular chilena, este conjunto de crónicas breves aborda las revoluciones, masacres, huelgas y golpes militares que convulsionaron al país desde la perspectiva de sus protagonistas menos conocidos.

Conversamos con Marcelo Escobar,  Premio Amster al Diseño Editorial (2010) por Mito del Reyno de Chile (1533-1910), sobre la última edición de esta historia alternativa de Chile a todo color.

 

mito«Siglo XX, problemático y febril», citas al clásico tango en el prólogo al desprevenido lector de este segundo volumen. ¿Bajo qué criterio seleccionaron las historias que entrarían en este libro?

En Estados Unidos se creó toda una leyenda a partir de un tiroteo en un sucio corral de un miserable pueblucho del oeste, el OK Corral de Tomstone, que ha dado pie a decenas de películas y ríos de tinta. Cuando comencé a recopilar las historias para el primer libro, ya manejaba varias que tenían un común denominador. Me parecían demasiado interesantes y dignas de narrar, mejores incluso que el tiroteo en Tomstone. Las percibía como historias perfectas para el cine, pero absolutamente desconocidas para la mayoría de los chilenos. Pronto me di cuenta de que la historia nacional esta colmada de este tipo de hazañas. Como ejemplo podría nombrar simplemente la gesta en la frontera a fines del siglo XIX, nuestro propio Far West. Con el equipo buscamos historias potentes que forman, por separado, una atractiva manera de acercarse a nuestra propia historia, desde una vereda poco frecuentada, la del ciudadano común.

 


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¿Cuáles historias crees tú que se podrían contar en un eventual tercer volumen (2010-2110)?

La historia de los mineros, despojada de los fuegos artificiales mediáticos que la han convertido en un circo, podría encajar perfectamente en ese criterio. Tanto así que ya se están rodando algunas películas, como la protagonizada por  Antonio Banderas como el histriónico Mario Sepúlveda, un favor que nos pondrá como auténticos latin lovers a los ojos de alguna búlgara o danesa. En el terreno de la especulación, teniendo en cuenta la costumbre nacional de repetir una y otra vez los errores, podría apostar a que la ya eterna lucha social seguirá por decenios, aplastada como siempre, por los mismos de siempre. La discusión sobre la necesidad de una educación como principal motor de una sociedad más justa parece calcada a la visionaria propuesta de Balmaceda, aniquilada hace ya más de cien años de manera violenta.

 

DURRUTI¿Cuáles fueron las historias más difíciles de reconstruir históricamente? ¿Cómo abordaron esas complicaciones?
—Algunas historias están profusamente documentadas, como la epopeya de Ernest Shackleton en la Antártida; otras, en cambio, eran escasas en información, como la del anarquista Ramón Ramón, cuya historia se pierde en una nebulosa al momento de entrar a la cárcel. Para averiguar sobre estos casos consultamos diarios antiguos o revistas como Claridad, de la Federación de Estudiantes de Chile, en el caso del poeta Domingo Gómez Rojas. El período hasta los años treinta es de particular interés para mí, como relato histórico y germen de la lucha social. Fue un período particularmente convulsionado, donde se dieron las condiciones para las épicas personales. Conocía la época y pude dar con el ambiente, que creo bien logrado, de un Santiago con olor atroz a café, gas y ladrillos, como lo describe Pablo Neruda.

—Hay una clara línea gráfica en estos dos volúmenes. ¿Cuánto ha influido en ella la lira popular?
—La estética de la lira popular es perfecta para narrar acontecimientos dramáticos, desastres y crímenes, tal como se empleaba a finales del siglo XIX, durante la Guerra Civil de 1891 hasta los primeros años del siglo XX. Por tanto era natural y encajaba a la perfección para ilustrar los relatos de matanzas.  Me interesa rescatar este tipo de gráfica de raíz popular, adaptándola a las nuevas tendencias en ilustración, dotándolas de nueva vida con el uso de colores opacos y el equilibrio entre el blanco y negro. El resultado es bastante interesante.

RAMONRAMON

¿Qué historia te sorprendió más? ¿Por qué?
—Las historias que más me gustan son las que recorren los primeros años del siglo XX, una época en que el mundo parecía más amplio y los hombres se lanzaban a aventuras descabelladas. El hundimiento del buque alemán Dresden, en las costas de Juan Fernández es cinematográfico, el alcance de una guerra a nivel planetario que tuvo una de sus páginas navales más audaces en Chile. La venganza del enigmático anarquista Antonio Ramón Ramón es novelesca, la cruzada de un hombre que esperó durante años para vengar una de las masacres más crueles en la memoria nacional.

MATANZAS

¿Podrías describir brevemente el desarrollo histórico de Chile en sus poco más de 200 años de vida independiente?
 —El concepto de patria, tal como lo entendemos hoy, se origina a mediados del siglo XIX, cuando la república estaba en pañales y era una idea bastante frágil. Es en ese instante cuando Portales comienza fijar los cimientos de este país y estalla la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, instalando el sentimiento de chilenidad. El trabajo en la construcción de la república encuentra su punto más alto en el gobierno de Balmaceda, que suponía un salto al futuro, pero los dueños del país terminaron con ese sueño a punta de bayoneta. Los primeros años del siglo fueron una caldera donde los movimientos sociales se cocinaban a fuego lento. Ese proceso nuevamente culminó de manera trágica en septiembre de 1973, en una tragedia griega similar a la revolución de 1891.  Veremos si aprendemos la lección en los años que están por venir.

 

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