Tras los pasos de la cumbia chilena, el otro baile nacional


A falta de carnaval los chilenos celebramos con festivales, fondas y cumbia. Esta es parte de la historia y presente de un contagioso ritmo que esconde más de una sorpresa.

 

5, 4, 3, 2, 1. Abrazos, brindis, gritos, felicidades, año nuevo. Al finalizar el himno nacional aparece, entre los últimos parabienes, con sus marcadas percusiones. Algunos meses antes se hace escuchar con fuerza en las ramadas y fondas de norte a sur, disputándole terreno a la oficialidad de la cueca. La cumbia es la expresión festiva nacional por excelencia, de acuerdo a nuestras dotes bailables. ¿Por qué este género ha sido el alma de nuestras fiestas por más de casi medio siglo? Tommy Rey, un sociólogo, dos musicólogos y un periodista musical intentarán esbozar una respuesta.



Bailes con canto

La cumbia es un baile folclórico autóctono de Colombia, expresión derivada del sincretismo cultural entre indígenas, negros y españoles. Proviene del vocablo africano “cumbé” que significa jolgorio. Antes de que fuera sinónimo de fiesta, los esclavos traídos a América durante la Colonia utilizaban los “areitos” (bailes con canto) para memorizar sucesos o personajes importantes de su historia.

En sus inicios, la cumbia se interpretaba con flauta de bambú, gaita, guache, maracas y tambores. No había canto. El baile original, hoy asociado al folclore, consistía en girar en torno a una banda. Las mujeres portaban una vela en cada mano para ahuyentar a los machos que las acechaban con sus decididos movimientos.

Posteriormente se creó la cumbia moderna que incorporó instrumentos propios del Caribe. A inicios de la década de 1960 jóvenes artistas desembarcaron en Chile para cantar en algunos teatros de la capital. Estos intérpretes se transformarían, con el pasar de los años, en históricos exponentes del género como el venezolano Luisín Landáez o la colombiana Amparito Jiménez, quien se hizo conocida por su interpretación de “La pollera colorá”.


A gozar, a gozar

Mientras llegaban a los teatros chilenos diversos cantantes latinoamericanos, se creaba en el país el primer conjunto nacional dedicado a la cumbia. La aún activa Sonora Palacios fue formada en 1962 por un joven egresado del Conservatorio Nacional de Música. Se llamaba Domingo Marty Palacios. La propuesta nacional incluía bronces, marcando la diferencia con la expresión colombiana tradicional.

¿Por qué la cumbia aterrizó en Chile con tanta fuerza? La tesis de Agustín Ruiz, musicólogo del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, es que tras la Revolución Cubana el chachachá desapareció rápidamente de América Latina por obra y gracia de dos grandes sellos discográficos de la época (EMI Odeon y RCA Víctor). Eran los años de la Guerra Fría.

“La cumbia chilena es la que ha sabido entronizarse con el cuerpo popular chileno. Es decir, un cuerpo que no es tropical. Un cuerpo que baila sin mover las caderas, pero sí los hombros”, afirma el sociólogo Bernardo Guerrero, doctor en ciencias socioculturales por la Universidad Libre de Amsterdam.

“Existe una cumbia nacional tanto en la música como en la danza”, asegura Franco Daponte desde Pica. El musicólogo de la U. de Chile no se demora en añadir que los chilenos bailamos este ritmo bajo el esquema de la cueca: una pareja frontal que da vueltas enteras y termina siempre en el mismo lugar. También afirma que lo primordial en el género local es el abundante repertorio acumulado desde comienzos de los sesenta.

La construcción musical se forma, ascendentemente en complejidad, en la siguiente escala: conjuntos, combos, y orquestas. Las canciones interpretadas por la Sonora Palacios, la Sonora de Tommy Rey, los Viking’s 5, Giolito y su combo o Pachuco y la Cubanacán, ya forman parte del repertorio festivo nacional. El periodista David Ponce, autor de Prueba de sonido, primeras historias del rock en Chile (1956-1984), reconoce el mérito de estos grupos por mantener el género vivo incluso en tiempos de adversidad.

Todos lo conocen como Tommy Rey, pero su nombre real es Patricio Zúñiga.

¿Qué dice el rey?

“Estamos hablando del año mil novecientos… sesenta y tres, por ahí”, recuerda sobre sus inicios Patricio Zúñiga, festivamente conocido como Tommy Rey. El primer éxito que cosechó como voz de la Sonora Palacios fue “El caminante”, incluido en el longplay “Explosión en cumbias” (1964). Por esos años una tribuna de la música tropical era el programa “El malón de la Chilena”, conducido por Hernán Pereira. Luego vendría “La peineta”, “El pipiripau”, “La parabólica” y otras canciones que irían formando el catálogo de cumbias clásicas. Zúñiga recuerda con nostalgia las románticas letras de las primeras décadas en la que se cantaba al mar, a las estrellas y a la luna. Los años pasaron y los tópicos de las canciones se movieron hacia líricas más “picaronas”. Eran otros tiempos.

“La cumbia colombiana es más folclórica y el ritmo es diferente. Acá se hizo de acuerdo a lo que teníamos, nosotros empezamos a copiar de las cosas que escuchábamos en Argentina y se creó un estilo a la chilena”, confiesa el ex vocalista de la Sonora Palacios, quien recibe cada primer día de enero entonando “Un año más”.

De Iquique con sabor. Amerikan Sound fue una de las bandas más importantes del género.

Los aymaras inventaron el sound, sound, sound

Desde la década de los setenta se genera un interesante fenómeno en el norte del país: la fusión de la música nortina (el huayno) con la cumbia. El musicólogo Franco Daponte se apura en ejemplificar el resultado con la canción “Cariñito”, interpretada por el conjunto peruano Los Hijos del Sol.

El primer género resultante de esa mezcla se llamó cumbión en Chile; música chicha en Perú; tecnocumbia en Bolivia y bailanta en Argentina. Posteriormente los sellos musicales tomaron a los grupos exitosos del norte chileno para bautizar este híbrido como música sound. “Los aymaras inventaron el sound, tomando como inspiración a la música chicha. Pero le agregaron teclados y produjeron un sonido nuevo que tiene muchas similitudes con la música andina. Con el sound los aymaras ratifican su etnicidad, pero a la vez reafirman una modernidad musical”, agrega Bernardo Guerrero, autor de La Tirana, Flauta, bandera y tambor: el baile Chino. A comienzos de los noventa este fenómeno fue apoyado por la creación de un par de radioemisoras que, por primera vez en FM, abrirían una ventana a la difusión de la música tropical.

“La cumbia hoy día es la cueca del siglo XIX", sentencia Franco Daponte.

La culpa es de Shangó

“En América tenemos un mestizaje africano no reconocido, éste nos hace reconocer ciertos ritmos que se transformaron en distintos géneros”, explica Franco Daponte. El musicólogo e investigador identifica la célula rítmica derivada de los rituales negros para comunicarse con la deidad de Shangó —para la religión yoruba o santería— con presencia en la “música de bajofondos” de América Latina. El tango, la cumbia y el reggaetón habrían recibido esa influencia. “La cumbia hoy día es la cueca del siglo XIX. Nosotros hoy tenemos la cueca porque en el siglo XIX estábamos buscando valores patrios, y en ese entonces era el baile más popular”, finaliza el profesor.

La cumbia hoy

La valoración social de la cumbia como ritmo ha ido mutando con el pasar de los años. En sus inicios musicalizaba madrugadoras veladas de boîtes y locales nocturnos. Luego se popularizó en algunas emisoras que transmitían en Amplitud Modulada. Agustín Ruiz, musicólogo del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, reconoce una dualidad social generalizada ante este ritmo: “El machucado que escucha cumbia en la casa, es ultra picante. Pero todo es perdonable mientras sea bailable”.

Hoy la cumbia sigue transformándose. En los noventa pasó por el sound y actualmente existe un movimiento de músicos jóvenes que renuevan el espectro (Chico Trujillo, Combo Ginebra, Los Pate´ Cumbia, La Noche, Américo, Villa Cariño, Silvestre). “Hoy la cumbia es más rápida, tiene una guitarra más fuerte, los ritmos son más marcados, los códigos son más rockeros. En Chile hay distintos grupos que están mezclando la cumbia con ritmos absolutamente distintos entre sí”, finaliza el periodista David Ponce.

 

Muestras gratis

Bernardo Guerrero, sociólogo: “La capacidad de síntesis y de valoración de un personaje casi marginal de la novela como Mauricio Babilonia, me parece extraordinaria. Recomiendo la versión de Los cien años de Macondo interpretada por Los Hispanos”.

Franco Daponte, musicólogo: “Lloro por quererte, porque empezó como huayno, siguió como cumbión, se hizo en sound y hoy vuelve a ser cumbia tropical”.

Tommy Rey, cantante: “El galeón español gusta en todos lados, la gente se lo sabe, lo canta”

Agustín Ruiz, musicólogo: “La piragua porque es la primera cumbia famosa que escuché desde cabro chico, es un llamado a la fiesta, a pasarlo bien”.

 

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