Enzenberger tiene más que agradecer a sus decepciones que a su fantasía

Un conjunto de fragmentos forma una especie de memorias de Hans Magnus Enzensberger, junto a un libro escrito con seudónimo sobre el escribir mismo. A sus más de 90 años, Enzensberger es uno de los intelectuales alemanes más reconocidos dentro y fuera de su país. Reseña el libro Dirk von Petersdorff.

Hans Magnus Enzensberger,

En 1945 llegaron los soldados estadounidenses, que al joven Hans Magnus Enzensberger le parecieron “visitantes de otro planeta”. No estaban demacrados ni iban harapientos como los últimos soldados alemanes, sino “que se los veía despreocupados, bien alimentados y bien planchados, iban en sus coches verde oliva y se reían”. Entre ellos se encontraban “gigantes de piel oscura que repartían cuadernos con dibujos infantiles de colores que les divertían”. El joven Enzensberger le habla a los soldados, quienes luego le ofrecen una «barrita colorida que, desprovista de su envoltorio y un papel plateado brillante, contenía una masa gris ligeramente cubierta de polvo. Era dulce y sabía a menta, pero no se derretía en la boca”. Así él conoce los cómics, el chicle, la despreocupación y la libertad, y para Enzensberger comienza una de las mejores etapas de su vida, en la que se convierte en un contrabandista de relojes cucú, entre otras cosas.

Un puñado de anécdotas.
Hans Magnus Enzensberger.
Trad. E. García, Editorial Anagrama, Barcelona, 2021, 232 pp.

Este autor nunca se preocupó mucho de sí mismo, el mundo le bastaba, apenas hay poeta que diga “yo” tan pocas veces. En obras posteriores, sin embargo, se aflojan las restricciones, en 2015 publica el volumen Tumulto con relatos de viajes por la Unión Soviética en la década de 1960, y aparecen poemas como «Nuremberg 1935», en el que un yo infantil mira su larga sombra en un prado, se siente perdido: “Olía a hojas y heno. / Todavía quedaba un largo camino por recorrer hasta el otoño de 1939. Desprevenido / la paz se arrastraba. / No se alzaban columnas de fuego / sobre la ciudad. Hacía frío / a la sombra de las altas torres”.

Y ahora un libro enteramente autobiográfico, que resulta en Un puñado de anécdotas, que van acompañadas de ilustraciones y, sobre todo, fotografías de la familia Enzensberger. Para que este libro surgiera, el autor puede haber tenido que engañarse a sí mismo. Porque existió por primera vez, en 2016, como una tirada privada en una edición de 99 ejemplares, que estaba destinada a familiares y amigos para transmitir recuerdos y preservar la memoria familiar. Este entorno privado le dio a Enzensberger la libertad de hablar sobre sí mismo o sobre «M.», comenzando con el año de su nacimiento en 1929 y terminando a principios de la década de 1950, antes de que se convirtiera en escritor.

¿Qué aprendemos en este libro, a quién llegamos a conocer? Primero a la familia, los padres, que al parecer amaban al joven Magnus, lo mimaban y lo dejaban salirse con la suya; luego a los hermanos Christian y Ulrich, quienes son cuidadosamente retratados, pero también a tíos y tías, incluidos los hedonistas filosos, pero también a personas tranquilas y amables con una máquina de coser que zumba y una Madonna de yeso en el jardín, como la tía Theres, a quien hay que recordar, porque la familia “le había fallado” en muchas ocasiones.

A menudo se mencionan tales omisiones, porque las autobiografías son también admisiones de culpa o confesiones, como puede decirse en el caso de este autor, que fue bautizado católico. Así que aquí tiene que salir que él sólo estaba interesado en sus hermanos mientras le convenía y que, al ser Magnus el mayor, también los atormentaba. Se enumeran otras fechorías que revelan una considerable voluntad de autoafirmación: a un compañero de clase que usa la violencia le rompe el dedo deliberadamente con un suave crujido, y la casa de un conciudadano es asaltada para pintar de negro todo lo que hay dentro.

Personas interiormente libres e imaginativas

Además de las confesiones de culpa, hay muchos agradecimientos en este libro, especialmente a los padres, que se muestran como personas interiormente libres e imaginativas y que transmitieron su terquedad a su hijo, pero también a personas más lejanas como el director de la biblioteca de la ciudad de Nuremberg, cuya foto de retrato se puede ver, y tales gestos hacen que el libro sea humanamente simpático.

Los lectores que buscan la percepción de Enzensberger de la historia alemana también encontrarán mucho material. El niño observa cómo el nacionalsocialismo va penetrando cada vez más en el entorno familiar.

Pero los lectores que buscan la percepción de Enzensberger de la historia alemana también encontrarán mucho material. El niño observa cómo el nacionalsocialismo va penetrando cada vez más en el entorno familiar, con símbolos y portadores de poder (Julius Streicher como vecino), cómo va desapareciendo gente de las inmediaciones. Oye al padre hablando con un amigo sobre las deportaciones al este. Se supone que él debe unirse a las Juventudes Hitlerianas, pero se le expulsa por su pasividad e incompetencia, se le hace a un lado. Mientras Hitler conduce por las calles y la multitud vitorea, se siente decepcionado y con náusea. “M. tiene más que agradecer a sus decepciones que a su fantasía», es la frase final de esta anécdota, que contiene un autodiagnóstico absolutamente implacable del autor Enzensberger.

Debido a esta sobriedad y debido a las admisiones de conformidad en la familia, uno sigue de buena gana el autorretrato, también en la descripción de la última fase de la guerra, cuando los reclutadores de las Waffen-SS aparecen en la escuela, lo que da una oportunidad para un golpe a Günter Grass, hasta el punto en que Enzensberger, de quince años, termina en una división JH (Juventudes Hitlerianas), experimenta una breve oleada de poder y comete una deserción bien preparada cuando se acercan los tanques estadounidenses.

Nadie que tenga la moral de su lado

Se hace referencia explícita a las incertidumbres de la memoria y la posibilidad de una estructuración posterior, lo que en este pasaje también debe entenderse como una referencia a la descripción de la deserción de Alfred Andersch, quien luego se convirtió en el primer mentor de Enzensberger y cuyo libro autobiográfico Las cerezas de la libertad se disputa hasta el día de hoy en cuanto a su veracidad.

La autobiografía de Enzensberger es amena, da mucho sobre lo que pensar, está excelentemente armada, también es un álbum para hojear, y en ella no hay ningún héroe hablando, nadie que tenga la moral de su lado o quiera preservar su propia infancia de una manera pseudo-idílica, sino alguien que, ante todo, quería salvar su propio pellejo y que tuvo suerte.

Schreiben für ewige Anfänger.
Andreas Thalmayr.
Editorial Hanser, Munich, 2018, 112 pp.

Un segundo libro del autor, que publicó bajo el seudónimo de Andreas Thalmayr, muestra que Enzensberger no sólo mira hacia el pasado, sino que está de buen humor en el presente. En la guía Escritura para eternos principiantes aparece como un mediador del mundo literario y, como una vez lo hiciera Rainer Maria Rilke, escribe “cartas a un joven poeta”. En comparación con Rilke, sin embargo, es pragmático y entretenido, se habla del negocio literario, la edición, de los agentes, de las entrevistas, de las portadas de libros y de las becas, pero también de distintas ideas literarias («vanguardia», «literatura comprometida») y del ser interior de un escritor: “porque no es la astucia táctica lo que cuenta en los negocios, sino la imparcialidad es lo que constituye la reserva oculta a la que un autor debe recurrir cuando las cosas se ponen difíciles. ¡Nunca debes crecer, amigo mío!”.

Como no existen leyes indiscutibles en el mundo de la literatura, Andreas Thalmayr no explica cómo aprender a escribir y cómo proceder. El núcleo creativo de la literatura permanece intacto porque no se puede captar. De este núcleo extrae felizmente Hans Magnus Enzensberger su energía vital: sus nuevos libros también la irradian.

[Artículo aparecido en.»Frankfurter Allgemeine Zeitung» (21-10-2018). Traducción: Patricio Tapia.]

Dirk von Petersdorff

Dirk von Petersdorff (1966) es un escritor y crítico alemán. Es profesor de literatura alemana moderna en la Universidad Friedrich Schiller de Jena y es miembro de la Academia de Ciencias y Literatura de Mainz desde 2004. Entre sus libros más recientes están: “Wozu Gedichte da sind” (2019) y “Romantik. Eine Einführung” (2020).

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