Las hermanas que crearon la China moderna

La historia de tres mujeres extraordinarias relata Jung Chang en su último libro: en el siglo XX, entre guerras y revoluciones, ellas figuran en la China que surgió: Ching-ling, llamada la Hermana Roja, se casó con Sun Yat-sen, vicepresidente de Mao; May-ling, la Hermana Menor, fue la esposa de Chiang Kai-shek, primera dama de la China precomunista; y Ei-ling, la Hermana Mayor, fue esposa del primer ministro de Chiang Kai-shek, consejera no oficial y una de las mujeres más ricas de China. Comenta el libro James Carter.

Uno de los grandes desafíos para los autores que escriben biografías es su relación con los sujetos de sus libros. Se arriesgan a ponerlos en un pedestal y explicar incesantemente sus debilidades, o bien a demonizarlos y encontrar malas intenciones detrás de cada acción. Jung Chang se ha enfrentado a ambos extremos de este dilema en el pasado. En Cixí, la emperatriz (2013; Taurus, 2014), interpretó la evidencia histórica para afirmar que, en lugar de la reaccionaria obstinada que es como a menudo se le retrata, Cixí era una visionaria progresista que, de no haber sido frustrada, habría presidido una edad de oro de la democracia china. Por otro lado, en Mao. La historia desconocida, (2005; Taurus, 2006), Chang y su coautor Jon Halliday, demonizaron a Mao de manera tan completa y poco escéptica que lograron el improbable efecto de llevar a los sinólogos a escribir un libro sobre el libro de ambos, Was Mao Really a Monster? (“¿Era Mao realmente un monstruo?”).

Las hermanas Soong.
Jung Chang.
Editorial Taurus, Madrid, 2020, 475 pp.

En Las hermanas Soong, Jung Chang ha abierto una ventana a las vidas de las hermanas Soong: Soong Ei-ling, Soong Ching-ling y Soong May-ling —quienes, como Cixí, están en la lista corta de las mujeres más famosas de la historia moderna de China. Chang no rehúye hacer críticas en este último libro, aunque esas críticas no están, en su mayor parte, dirigidas a los sujetos principales del libro. Sun Yat-sen sale especialmente mal parado, como un mujeriego oportunista político. Chiang Kai-shek tampoco brilla, y ya conocemos las opiniones de Chang sobre Mao. Las casi 500 páginas de Las hermanas Soong entretienen y emocionan a través de historias notables de experiencias inverosímiles, pero sin la controversia o la intimidad de los anteriores libros de Chang.

Las mayores contribuciones del libro son escenas de estas tres vidas extraordinarias, hilos que atraviesan una época de transformación en China. Es imposible ver de cerca los cambios desde finales del siglo XIX hasta finales del siglo XX y no quedar sorprendido. El libro subraya la importancia de la contingencia para la historia: el desfile de revoluciones e inauguraciones que conforman la línea de tiempo de la China del siglo XX no estaba predeterminado. Es difícil leer acerca de cómo las conversaciones mantenidas en los pináculos del poder en Beijing o Nanjing repercutieron en todo el continente y a lo largo de los años y no detenerse a preguntarse cómo podría haber sido.

Las mayores contribuciones del libro son escenas de estas tres vidas extraordinarias, hilos que atraviesan una época de transformación en China.

Pero esta es también una de las debilidades del enfoque de Chang. Sus libros ilustran por qué las teorías que enfatizan las acciones de los líderes políticos como fuerzas impulsoras de la historia están pasadas de moda. Por ejemplo, la improbable supervivencia del Partido Comunista Chino durante la Gran Marcha es, dado su posterior ascenso al poder, de enorme importancia no sólo para China sino para el mundo entero. La hagiografía de la Gran Marcha está bien documentada; el Partido Comunista Chino la ha convertido en una historia de origen mitológico. Chang, en cambio, argumenta que toda la empresa sólo fue posible porque Chiang Kai-shek lo permitió, parte de un acuerdo secreto con Stalin de que si Chiang dejaba sobrevivir a los comunistas en China, Stalin liberaría al hijo de Chiang, Chiang Ching-kuo, del cautiverio en Rusia. Aparentemente, este trato era tan secreto que incluso lo era para Stalin. Chang y Halliday hicieron todo lo posible para desafiar la legitimidad del Partido Comunista Chino en Mao. La historia desconocida, y en Las hermanas Soong Chang quiere terminar el trabajo. Su libro sobre Mao demostró que la Gran Marcha no fue la hazaña que pretendía el Partido Comunista Chino; aquí ella sostiene que fue enteramente porque Chiang Kai-shek escogió a su hijo por sobre el futuro de China. Esto se convierte en una golosina fascinante, pero reduce uno de los principales giros de la historia de China —el ascenso al poder del Partido Comunista Chino— a una sola decisión hecha por un solo hombre.

Soong y Mao

Una de las críticas más consistentes a los dos últimos libros de Jung Chang fue que eran demasiado polémicos, que ajustaban (o ignoraban) la evidencia para sostener puntos de vista que parecían haber estado predeterminados. Aunque se presentaron nuevos archivos, en muchos idiomas, para respaldar los argumentos, los puntos clave a veces se apoyaban únicamente en los recuerdos de un único testigo. Por el contrario, Cisnes salvajes (1992; Circe, 2001), uno de los primeros libros de Chang y el más aclamado por la crítica, deja que la historia hable por sí misma. Tenía un punto de vista —ningún amor por Mao pasaba por sus páginas—, pero Cisnes salvajes puso al descubierto la hipocresía y la malevolencia del maoísmo a través de experiencias personales, permitiendo que los detalles cuenten una historia sin manipularlos para probar un argumento.

Si Las hermanas Soong fuera ficción, sería criticado como descabellado.

Si Las hermanas Soong fuera ficción, sería criticado como descabellado. El atractivo de la historia de las hermanas Soong está en sus conexiones completamente inverosímiles con casi todas las personas célebres o importantes en la China moderna. Los tres maridos de las hermanas Soong están allí, por supuesto —Sun Yatsen, Chiang Kai-shek y el ministro de finanzas del Kuomintang, H. H. Kung—, pero también aparecen Mao, Zhou Enlai, Eleanor Roosevelt e incluso Elvis Presley. En casi cada escena de la historia reciente de China, aparecen las hermanas Soong.

Es esa proximidad a las grandes decisiones lo que logra que valga la pena leer el libro. Las figuras históricas que toman esas decisiones lo hacen debido a fallas o deseos humanos. Ese es un correctivo valioso para la moda actual de enfatizar las estructuras y procesos sobre la agencia humana, aunque a veces Chang lo lleva demasiado lejos. De esta manera, Las hermanas Soong evita las trampas de la polémica, pero no aporta la intimidad de las memorias. El resultado es un viaje fascinante, aunque episódico, a través del siglo XX de China.

Artículo aparecido en “The China Channel” 29-01 (2021). Se traduce con autorización de su autor. Traducción: Patricio Tapia.

James Carter

James Carter es profesor de historia en la Universidad Saint Joseph en Filadelfia y es autor de libros sobre la historia china del siglo XX: Creating a Chinese Harbin: Nationalism in an International City, 1916-1932 (Cornell University Press, 2002)y Heart of Buddha, Heart of China: The Life of Tanxu, a Twentieth-Century Monk (Oxford University Press, 2011). Su libro más reciente, escrito junto a Richard Warren, cuenta la historia de Shanghai a travésde un día, la última carrera de Champions’ Day en el Shanghai Race Club, en 1941: Champions Day: The End of Old Shanghai (Norton, 2020).

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