El sociólogo chileno Tomás Moulian reflexiona sobre Karl Marx y algunas revoluciones socialistas inspiradas en sus teorías.

Una de las tesis más célebres de Marx es aquella que plantea los filósofos no han hecho más que explicar el mundo, cuando de lo que se trata es de transformarlo.
Este argumento señala los límites del conocimiento e indica también la primacía de la práctica, en este caso de la acción revolucionaria. Más que un filósofo Marx sería un hombre de acción.
Pero, además de un analista de las revoluciones burguesas, las cuales conducen al capitalismo, Marx sería un pensador del futuro.
Su obra maestra, entonces, no sería El Capital sino El Manifiesto Comunista.
Una comparación de este tipo es posible, pero no es adecuada. Es más justo decir que el gran merito de Marx es que es una cosa y la otra: un pensador del presente, del capitalismo que abarca el mundo actual, y también es un analista del futuro, de las nuevas sociedades que deberían venir.
Además, es también necesario recordar que Marx afirmo que todo Estado era un dispositivo opresor, incluido el del proletariado. Por lo tanto, la liberación debería pasar por el debilitamiento de ese aparato, lo cual a la larga llevaría a su extinción y no a su fortalecimiento. Este último proceso condujo hacia los socialismos burocráticos, que están en las antípodas de los socialismos participativos.
La primera revolución socialista
En octubre de 1917 se celebra el centenario de una revolución que finalizó en 1991 con su derrumbe, por lo tanto, con su propia muerte. Importantes intelectuales afirmaron múltiples veces que la revolución bolchevique no terminaría nunca. Quizás iría de crisis en crisis, pero permanecería durante mucho tiempo. Por ello estos breves comentarios son más un lamento que una conmemoración.
Como se dijo, esta esperanza del siglo XX se derrumbó a fines del siglo. Ello ocurrió al termino de un ciclo siniestro, él de las guerras mundiales, de las guerras parciales en Asia, la de Corea y del terrible enfrentamiento de Vietnam. Un periodo oscuro donde mueren miles de hombres, donde el desarrollo tecnológico se aplica para desarrollar nuevas armas, donde la bomba atómica es lanzada contra Hiroshima y Nagasaki, convirtiéndose ese dispositivo en una amenaza para el mundo. Fue la época del terror nuclear.
La Revolución de Octubre en Rusia en 1917, que marcó el siglo XX, estaba inspirada en el pensamiento revolucionario marxista-leninista. Fue la primera vez que un gobierno se inspiró en las enseñanzas de esos ideólogos políticos.
Nos acordamos hoy día, cien años después, de esta revolución, porque marcó el siglo XX, por las expectativas que despierta y porque estaba inspirada en el pensamiento revolucionario marxista-leninista. Como se sabe es la primera vez que un gobierno se inspira en las enseñanzas de esos ideólogos políticos.
La revolución soviética se prolongó a través de casi la totalidad del siglo veinte, cuando se produjo el derrumbe definitivo. Pese a que mantuvo hasta el final ciertas características definitorias, pueden distinguirse varios momentos, los cuales tienen que ver con procesos de reforma o con luchas internas o con ambos fenómenos a la vez.
El inicio de la revolución de octubre tiene lugar en dos etapas. En la primera una serie de grupos políticos contrarios al zar lo fuerzan a alejarse del poder en abril de 1917, colocando luego en su lugar a Alexander Kerensky, un político partidario de una democracia representativa.
Pero los bolcheviques continúan su lucha y en octubre del mismo año, con Lenin a la cabeza, toman el poder para instalar una sociedad socialista. En contra de ese propósito se alzan los llamados “rusos blancos”, apoyados por los países que luchan contra Alemania en el marco de la Primera Guerra Mundial. En 1920 las tropas soviéticas logran vencer a sus principales enemigos, concentrándose a partir de entonces, los dirigentes y el partido, en la construcción del socialismo.
Es importante señalar que los bolcheviques, dirigidos por Lenin y Trostky, habían logrado la paz con Alemania en 1918 haciendo algunas concesiones, con el argumento de seguir adelante su proceso dejando que las grandes potencias se desangraran en una larga guerra. Primera muestra de flexibilidad.

Un segundo momento tiene lugar en el año 1921. Un grupo de tripulantes de barcos de guerra situados en el golfo de Finlandia se levanta contra el poder soviético. Ellos son duramente reprimidos, situación que es instigada por Lenin quien teme que la actitud de los marineros de Kronstadt sirva como ejemplo a otros grupos.
Los marineros, sin embargo, rechazaron el apoyo que les ofrecieron agrupaciones de emigrados contrarios a la revolución. Los tripulantes buscaban una mayor participación popular en la dirección del proceso revolucionario; estaban ligados a organizaciones anarco sindicalistas.
Un tercer momento de la revolución tiene lugar también en 1921, cuando Lenin aun operaba como el líder principal. En ese año el Partido Comunista de la Unión Soviética (en adelante PCUS) decide implantar la llamada Nueva Política Económica. Algunos analistas afirman que esas medidas fueron estimuladas por los sucesos de Kronstadt. Pero el problema de fondo es que los dirigentes perciben que la colectivización de la tierra no estaba dando resultados en la producción de alimentos, generando dificultades para el adecuado consumo de la población. Esta situación era lógica porque todo gran proceso de cambios se demora en dar resultados.
Ante la gravedad de los hechos el PCUS acuerda devolver la tierra a los campesinos propietarios, exigiéndoles a cambio un impuesto en especies, esto es en alimentos, que los órganos de dirección soviéticos se encargaban de repartir a la población. Como se ve la solución es la reprivatización, segunda muestra de flexibilidad del PCUS liderado por Lenin, quien argumenta estas medidas como una marcha atrás necesaria para la sobrevivencia de la revolución.
El periodo estaliniano, el cual se prolonga entre 1924 y 1953, estuvo en el doble marco de una burocratización de la sociedad, lo que conlleva una disminución de la participación, y una persecución de la oposición.
Un cuarto momento, de muy larga duración, fue el periodo estaliniano, el cual se prolonga entre 1924 y 1953. Las principales políticas públicas puestas en aplicación son la planificación centralizada, la industrialización a gran escala, lo cual implica el consiguiente desarrollo del proletariado y la colectivización del campo, lo cual significa transformar a la clase campesina propietaria de la tierra en proletarios organizados, muchos de ellos en grandes granjas colectivas.
Todo ello en el doble marco de a) una burocratización de la sociedad, lo que conlleva una disminución de la participación y una centralización de las decisiones y b) una persecución de la oposición que surge en el interior del PCUS, a cuya cabeza hay importantes dirigentes bolcheviques como Trotsky, el cual es expulsado del país en 1929 y asesinado en México en 1940. Otros, como Bujarin, Zinoviev, Kamanev, son procesados en Moscú en los años treinta y muchos de ellos ajusticiados.

Estos acontecimientos se dan en el contexto del surgimiento del fascismo en Italia en 1923 y del nazismo en Alemania en 1933. La dirección del PCUS, con Stalin a la cabeza, percibe el peligro y trata de enfrentarlo realizando un pacto con Hitler. Buscaba con ello evitar ser involucrado antes de tiempo en un conflicto bélico. Consigue algunos años de tregua, pero Hitler finalmente invade la URSS en 1941.
No obstante, la dirección soviética había tenido tiempo de trasladar las principales industrias hacia el interior del territorio, sospechando que Hitler tendría la misma obsesión de Napoleón por llegar a Moscú. El Emperador francés invadió Rusia y dirigió sus tropas hacia la capital, de donde no puede retirarse antes de la llegada del crudo invierno, para el cual sus ejércitos no estaban preparados. Lo mismo le ocurre a Hitler, cuyas huestes se empantanan en el barro y la nieve.
Cuando las tropas soviéticas expulsan a las alemanas y las persiguen hasta Berlín, le permite a la URSS salir de su aislamiento después de la segunda guerra, pues se crea la llamada Europa Oriental.
Finalmente, las tropas soviéticas expulsan a las alemanas y las persiguen hasta Berlín, lo cual le permite a la URSS salir de su aislamiento después de la segunda guerra, pues se crea la llamada Europa Oriental. Esto significa que Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Albania, una parte de Alemania se convierten en países socialistas. Hasta entonces la URSS era el único país de esa tendencia; pues la revolución triunfa en China recién en 1949.
Estos éxitos militares, diplomáticos y políticos convierten a Stalin en el “gran mariscal”; se crea el mito del personaje. Ese mito se desarma después de su muerte en 1953, generándose otro momento de la revolución, el cual se prolonga hasta 1964, el periodo de la dirección del gobierno y del PCUS por Nikita Kruschov. Este último, en 1956 en el XX Congreso del PCUS, lee su Informe Secreto, rápidamente hecho público.

Nikita Kruschov
En ese documento Kruschov desarrolla tres tesis: 1) denuncia a Stalin por diezmar al campesinado y propiciar el llamado “culto a la personalidad”, el cual se apartaba del marxismo; critica por tanto lo que había sido el desarrollo de la revolución hasta entonces; 2) afirma la necesidad de la coexistencia pacífica entre la URSS y EEUU, a las que denomina las dos grandes potencias del momento y 3) promueve la vía pacífica como la mejor fórmula para llegar al socialismo. Todo esto tres años antes del triunfo de la revolución cubana, la cual conquista el poder principalmente a través de la lucha guerrillera que tiene lugar en las montañas de la Sierra Maestra.
Sin embargo, Kruschov no logra realizar reformas que incentiven una mayor participación. En política internacional reincorpora a Yugoslavia al mundo socialista, del cual había sido apartada por Stalin; coloca misiles en Cuba apuntando a EEUU, los cuales saca sin consulta cuando aviones estadounidenses los descubren e invade Hungría, con tropas soviéticas, para frustrar un intento de reformas surgidas desde el propio Partido Comunista de ese país.
Dura en el poder hasta 1964, cuando se produce un nuevo viraje hacia una mayor burocratización, encabezado por Leonid Brejnev, el cual permanece en la cima hasta 1983, momento de su muerte.
Luego de la muerte de Brejnev, asume la dirección del Partido y del Estado Michael Gorvachov, quien intenta introducir reformas destinadas a promover liberalización política y transparencia de las decisiones públicas. Fracasa en su propósito siendo reemplazado por Boris Yelstin, contrario a la revolución, lo que conduce al derrumbe del poder soviético y a la fragmentación de la URSS en una serie de repúblicas independientes.

La gran esperanza del siglo XX se desmorona; el proceso comienza con la destrucción del llamado Muro de Berlín en 1989, el cual separaba a los dos Alemanías, y termina en 1991 con la sustitución de Gorbachov.
Esta gran utopía marxista planteaba la instauración, con la llegada del socialismo, de una dictadura del proletariado para pasar, luego de un proceso de profundización, a la extinción del Estado y al reemplazo del poder represivo por un poder administrativo.
La burocratización del sistema soviético deja estos procesos a mitad de camino o, según otros analistas, los transforma en mera ilusión
Otras revoluciones socialistas: breves palabras
Se trata de un periodo marcado, en especial para los latinoamericanos, por los intentos de Cuba de exportar la revolución hacia América Latina, cuyo momento culminante es el intento de Ernesto Guevara en Bolivia, donde es ajusticiado en 1967 por tropas bolivianas con la colaboración de la CIA.

Antes de ello, en 1964, este dirigente había planteado la tesis de que Cuba no era una excepción histórica, sino un modelo latinoamericano, cuyas únicas excepciones serían, en esa época, Uruguay, Chile y Costa Rica, dada su madurez democrática.
También es el tiempo de la derrota estadounidense en Vietnam y del gobierno de Richard Nixon, quien con su asesor de seguridad Henry Kissinger urde las maniobras destinadas a impedir que Allende, quien había ganado la elección de 1970, fuese entronizado como presidente, en las cuales inicialmente fracasa para luego conseguir su propósito.
En 1964, Ernesto Guevara había planteado la tesis de que Cuba no era una excepción histórica, sino un modelo latinoamericano.
Además, entre 1966 y 1976 es el tiempo final de la dirección de la revolución china por parte de Mao, el cual instaura la llamada “revolución cultural”, un intento de pasar de las grandes transformaciones económicas a grandes transformaciones en el ámbito de la cultura, transfiriendo también la dirección del proceso a jóvenes dirigentes que el partido había estado formando.
Se produce en la misma época el recrudecimiento de las disputas entre la URSS y China. La dirección de este último país se plantea contra algunas tesis soviéticas, especialmente de las que consideran “concepciones pacifistas”.
Comentarios adicionales
A grandes rasgos, esa fue la difícil trayectoria de la primera revolución socialista. A continuación, desarrollare tres comentarios adicionales. El primero se refiere a un análisis de Antonio Gramsci sobre la revolución bolchevique, realizado en 1918, el segundo estudia al fracaso en 1920 de la revolución en Alemania, el tercero analiza algunas críticas de dirigentes marxistas a la revolución soviética. Todo ello muy brevemente, como corresponde a este tipo de exposición.

I.- El análisis de Gramsci.
En el artículo “La revolución contra El Capital”, Gramsci empieza su comentario desarrollando una tesis que está expresada en el mismo título: el episodio de octubre de 1917 fue realizado enfrentándose los dirigentes bolcheviques con la obra cumbre de Karl Marx, su gran estudio sobre la economía capitalista.
¿Cuáles son los argumentos esgrimidos? Gramsci señala que la idea central de la concepción marxista de la revolución era que debía tener lugar en un país de capitalismo avanzado, pues solo allí las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción podrían llegar a su culminación. Solo entonces estarían creadas las condiciones objetivas para la construcción del socialismo, el cual debería empezar cuando ya se hubiera desarrollado una moderna industrialización.
Pero, como se sabe, la revolución comienza en Rusia, un país donde el capitalismo estaba aún en proceso de constitución, por lo que no existía una estructura social donde el proletariado fuera la clase más numerosa o en su defecto la más potente. Rusia era, en una gran medida, una sociedad campesina.
Por ello Gramsci afirma que, aunque Marx había “previsto lo previsible”, no pudo siquiera imaginar las condiciones que hicieron efectivamente posible la primera revolución socialista, entre las cuales se cuenta la “gran guerra” de 1914-1918. Esta última había incentivado la formación de una “voluntad colectiva popular”, la más importante de las condiciones subjetivas de la revolución.
Gramsci señala que la idea central de la concepción marxista de la revolución era que debía tener lugar en un país de capitalismo avanzado.
El texto de Gramsci se pregunta, con un poco de ironía hacia el propio libro de Marx ¿por qué Rusia tendría que vivir la historia de Inglaterra y esperar hasta que se desarrollara el capitalismo cuando la experiencia dolorosa de la guerra y la existencia de un potente deseo colectivo incentivado por el partido bolchevique, le estaban permitiendo vivir el desarrollo de sus fuerzas productivas en el marco de una revolución socialista?.
En todo caso, el artículo comentado es una ardorosa defensa de la revolución de Octubre, en la cual, según escribe, los hechos han superado a la ideología; lo que significa que habían ido más allá de la propia teoría marxista de la revolución.
Es importante recordar que era bastante común entre los teóricos marxistas realizar un cuestionamiento parecido al de Gramsci. Por ejemplo, la afirmación que el capitalismo debía madurar para que la revolución socialista estuviera a la orden del día, también la realiza Herbert Marcuse en su libro “El marxismo soviético”.
Asimismo, Isaac Deutscher, en el tomo tercero de su monumental biografía político-intelectual de Trotsky, señala que una de las derrotas teóricas del gran dirigente bolchevique fue que la revolución no sucediera “en el Occidente avanzado sino en el Oriente atrasado”.
Como se ve ese tipo de análisis era bastante generalizado. El mismo Lenin, quien, por supuesto, lo conocía, habla de nuevas condiciones favorables generadas por la guerra y por la capacidad del partido de movilizar al pueblo, parte del cual estaba armado por su participación en la contienda bélica. Redefine por lo tanto el tema, dejando atrás cualquier resabio de determinismo economicista.
II.- El internacionalismo proletario y el problema de Alemania
Una de las grandes discusiones emprendidas en los primeros años después de Octubre de 1917 fue sobre la revolución en Alemania. Esta, se intentó en 1920, a la cabeza de la cual estuvo Rosa Luxemburgo, entre otros dirigentes.

Alemania era entonces una nación donde las condiciones objetivas relacionadas con el desarrollo capitalista estaban mucho más avanzadas que en Rusia. Pero pese a los esfuerzos desplegados la revolución no tuvo lugar, lo que hubiera permitido al proceso soviético salir de su aislamiento.
Una de las razones que permiten explicar este fracaso fue que no se constituyó la voluntad colectiva popular desarrollada en Rusia, porque una parte significativa del proletariado organizado se vinculaba en Alemania con el Partido Social Demócrata, el cual puede ser clasificado como reformista.
Además, Alemania, aunque perdedora, ya no estaba en guerra en el momento en que se intenta la revolución sino en proceso de recuperación después de la derrota militar y acercándose hacia un periodo de democracia representativa con la llamada “República de Weimar”. No existían ninguna de las condiciones con que el enfrentamiento mundial favoreció el Octubre ruso, entre ellas un pueblo en armas y sobre todo un hastío bélico.
La guerra de 1914-1918 no tuvo para los alemanes el mismo significado político que la guerra para los rusos. Para los últimos significo que una parte del pueblo armado, pudiera dar su respaldo al partido y a los líderes. Para los sectores populares de Alemania la guerra, al contrario, fue un largo desgaste, marcado además por la derrota.
Como se ve la teoría economicista sobre las condiciones objetivas volvió a mostrar su debilidad. No funcionó en Rusia, pues la revolución se produjo pese a su inexistencia, tampoco funciono en Alemania donde ellas estaban mucho más desarrolladas.
Lenin realiza una revolución que pasa por alto las premisas marxistas “clásicas”, por llamarlas así.
Estas consideraciones permiten valorar la capacidad de análisis político de Lenin, quien realiza una revolución que pasa por alto las premisas marxistas “clásicas”, por llamarlas así, creando en su defecto una decisiva reinterpretación, la que le permite llevar adelante la revolución de Octubre.
Sin embargo, muchos analistas, entre ellos algunos marxistas o cercanos al marxismo, han planteado que el carácter prematuro de Octubre 1917, estaría entre las causas de su larga y prolongada burocratización. Un tema sobre el cual reflexionar y discutir.
III.- Trotsky y otros críticos del desarrollo de la revolución bolchevique
Uno de los enfrentamientos teóricos principales entre Stalin y Trotsky se refiere a la contraposición entre la tesis del internacionalismo revolucionario con la tesis del socialismo en un solo país. La primera la planteaba Trostky, la segunda Stalin, en especial después de la muerte de Lenin.
Para Trotsky el fracaso de la revolución alemana significo un duro golpe, pues para este el salto en adelante de la revolución bolchevique requería que se pusiera en marcha el proceso de mundialización. No concebía un socialismo en un solo país que durara mucho tiempo, pues creía que en esas circunstancias sería muy difícil transitar desde la dictadura del proletariado hacia etapas más avanzadas.
Trosky no concebía un socialismo en un solo país que durara mucho tiempo, pues creía que en esas circunstancias sería muy difícil transitar desde la dictadura del proletariado hacia etapas más avanzadas.
Como se sabe el aislamiento de la revolución bolchevique dura hasta el inicio de la post guerra, cuando se produce la instalación del socialismo en Europa Oriental, en gran medida como efecto del avance de las tropas soviéticas al término de la segunda guerra mundial, ocasión en la cual llegan hasta el mismo Berlín.
Posteriormente comienza el desarrollo del socialismo en Asia, cuyo inicio se produce en 1949 con la revolución china. Un poco más tarde, entre 1950-1952, tiene lugar la guerra de Corea, la cual permite consolidar a Corea del Norte como régimen socialista.
Pero entonces Trotsky ya había sido asesinado. En 1929 había sido forzado al exilio primero en Turquía, luego en Noruega y finalmente en México donde termina ajusticiado por Ramón Mercader, reclutado por Stalin para cometer ese crimen.

El cubano Leonardo Padura en su novela El hombre que amaba a los perros es quizás el que mejor cuenta las circunstancias de ese brutal homicidio. Relata como el victimario se vincula con el circulo de partidarios más cercanos de Trotsky, enamorando a una de sus seguidoras que tenía entrada a la casa del líder.
De haber vivido Trotsky no hubiera estado de acuerdo con la colonización soviética de Europa Oriental, aunque era un firme partidario del internacionalismo revolucionario. Rechazaría sin embargo la extensión de la revolución a través de maniobras de las tropas soviéticas o de gestiones y presiones de su diplomacia. Para él hubiese sido necesario desarrollar una estrategia política, donde el factor principal debía ser la movilización del proletariado de esos países, algunos de los cuales tenían un desarrollo capitalista bastante avanzado.
En todo caso, en vida Trotsky desarrolla contra Stalin la tesis de una democracia socialista, criticando duramente las purgas emprendidas y las formas que asume el proceso de colectivización de la tierra en la URSS.

Pero él no es el único ni el primer dirigente marxista crítico. También lo fue Rosa Luxemburgo quien público un libro denominado La revolución rusa en 1918. En éste se critica la noción de libertad socialista que la autora percibe operando en la URSS; la critica porque, según ella, favorecía solamente a los partidarios de la revolución.
Dice en el libro citado: “La libertad es siempre…libertad para el que piensa de manera diferente”. Agrega “su efectividad desaparece tan pronto como la libertad se convierte en un privilegio especial”. Para ella esta noción no se derivaba solamente de una concepción de la justicia social; era además una necesidad para el proceso, porque no existía una formula predeterminada que definiera lo que era la revolución socialista. La dirección y el contenido debería surgir del debate libre y crítico y de la participación de todos los que se sentían dispuestos a opinar. Afirma también, profundizando en la misma dirección, “no se puede decretar el socialismo…ni introducirlo por un ucase” (Rosa Luxemburgo, “La revolución rusa”, 1918, Editorial Akal/Básica de Bolsillo).
Para Rosa Luxemburgo, la dirección y el contenido de la revolución socialista debería surgir del debate libre y crítico y de la participación de todos los que se sentían dispuestos a opinar.
Estas observaciones las realiza Rosa Luxemburgo varios años antes de la expulsión de Trotsky y de las purgas estalinistas. En ellas la autora sostiene que la libertad política debe ser para todos, pues de lo contrario deriva en una libertad ficticia, que en realidad es para nadie.
Este análisis es especialmente significativo porque muestra a una importante dirigente socialista impugnando las concepciones bolcheviques que, como se sabe, prevalecieron durante mucho tiempo como verdades absolutas en el interior del marxismo, creando un pronunciado anquilosamiento de esa teoría.
IV.- Comentarios de Fidel Castro
Fidel Castro, en una entrevista que el 2004 le realiza el periodista franco-español Ignacio Ramonet, realiza un breve comentario sobre los primeros años de la revolución bolchevique.

Después de afirmar que Lenin en 1921 aplica “desesperadamente” la Nueva Política Económica, la cual -según dice- irritaba al Che Guevara, continúa constatando, en un tono de critica jocosa, que al líder bolchevique se le ocurrió “una cosa verdaderamente ingeniosa”: desarrollar “el capitalismo bajo la dictadura del proletariado”. Esa afirmación es un despropósito, pues lo que intenta construir Lenin no es el capitalismo, como insinúa Castro, sino el socialismo.
Pero la insinuación tiene un asidero, ya que se basa en un hecho: en Rusia, el primer país del mundo donde se realiza la revolución todavía no existía un capitalismo maduro. Para la teoría esta era una de las más importantes condiciones objetivas de la revolución socialista.
Luego, Castro agrega que pese a que la revolución tenía una perspectiva internacionalista, a Lenin “no le quedó más que una opción: construir el socialismo en un solo país”. Imagínese, insiste, como fue ese proceso en una sociedad con un 80% de analfabetos.
Parece olvidar Castro que fue Stalin quien llevo a cabo esa política, enfrentándose con las tesis de la revolución mundial, planteada con fuerza por Trotsky, entre otros ideólogos. Esa afirmación es una demostración del desdén de Castro hacia el líder bolchevique perseguido por Stalin.
Conclusiones
Los comentarios críticos arriba esbozados significan, entre otras cosas, que aquellos que piensan en la necesidad de reemplazar al capitalismo por una sociedad que permita una vida mejor, deben intentar reformular esas viejas teorías de modo de inspirar nuevos tipos de prácticas políticas.
Aquellos que piensan en la necesidad de reemplazar al capitalismo por una sociedad que permita una vida mejor, deben intentar reformular esas viejas teorías
Hay que seguir adelante en el camino emprendido de modo temprano por Antonio Gramsci en sus Cuadernos de la cárcel, por el propio Lenin cuando rectifica caminos, por Rosa Luxemburgo en su libro La revolución rusa, luego por Trotsky y un poco más tarde por Ernesto Guevara e incluso por Fidel Castro, en los escasos momentos en que formula críticas a la primera revolución socialista.
Inspirarse en los análisis de esos dirigentes marxistas significa bucear dentro de la propia teoría para buscar respuestas sobre los éxitos y fracasos de la revolución de Octubre y de otros procesos que aún sobreviven. Ese no es el único camino, pero debe ser uno muy significativo.
*Versión ampliada de un texto leído en la Universidad Diego Portales el año 2017, año del centenario de la Revolución de Octubre.