El autor inglés Philippe Sands desenreda en Ruta de escape (Anagrama) una red de engaños y autoengaños en la historia de Otto Wächter, un criminal de guerra alemán. Comenta el libro la escritora y crítica inglesa Rebecca Abrams.

Cuando Alfredo Reinhardt murió de una infección repentina en el Hospital Santo Spirito de Roma en julio de 1949, su muerte atrajo poca atención, y fue deliberadamente así. Como sus cuidadores sabían muy bien, su verdadero nombre era Otto Wächter y él había pasado cuatro años huyendo. En cuanto ex gobernador de la Cracovia ocupada por los nazis desde 1941 y gobernador de Galicia desde 1942, su meticulosa implementación de la “solución final” le valió el sobrenombre de “el carnicero de Lemberg”. En mayo de 1945, acusado de asesinatos en masa, desapareció sin dejar rastro, evadiendo con éxito la justicia por el resto de su vida.

Philippe Sands.
Trad. F. J. Ramos, Editorial Anagrama, Barcelona, 2021, 552 pp.
Además de desaparecer físicamente, el nombre de Wächter fue en gran parte «borrado de la narrativa histórica». Se trata de una doble injusticia que el abogado y autor Philippe Sands —mucha de cuya familia pereció en Lemberg, bajo la vigilancia de Wächter— se propone corregir en Ruta de escape. La energía forense y la precisión que le ganaron tantos elogios a la obra de Sands de 2016 Calle Este-Oeste son igualmente bien visibles aquí.
Además de rastrear evidencia incontrovertible de los crímenes de guerra de su sujeto, Sands descubre exactamente dónde y con ayuda de quién Wächter sobrevivió tres años escondido en las montañas italianas. Sands investiga de manera exhaustiva, y finalmente refuta, las afirmaciones de que Wächter murió por envenenamiento.
Es un recorrido que lleva a lo profundo del laberinto de simpatizantes y partidarios de los nazis de la posguerra, y sus enredadas conexiones con el espionaje estadounidense y soviético al comienzo de la Guerra Fría. Algunos de estos hallazgos confirman lo que ya sabemos; algunos son completamente nuevos. El descubrimiento más asombroso se refiere a los hijos del ex nazi convertido en espía Karl Hass y su agente de la CIA, Thomas Lucid. Decir más estropearía la historia.
Lo que hace que Ruta de escape sea tan fascinante e inquietante, sin embargo, no es solamente lo que revela, sino cómo. Sands pasa de una persona a otra, con un ojo agudo pero compasivo para el complejo desorden de la vida y las relaciones de las personas. Entre ellos destaca la extraña colaboración entre el autor y el hijo menor de Wächter, Horst Arthur Wächter, quien apoya y ayuda con entusiasmo a Sands en su búsqueda.
Ruta de escape es una formidable obra de investigación histórica escrita con todo el ritmo y suspenso de un thriller.
Ahora en los primeros años de su octava década de vida es un “hombre alto y apuesto” con una voz “cálida, vacilante y suave”, fue nombrado según el soldado de asalto nazi Horst Wessel y de su padrino Arthur Seyss-Inquart, famoso gobernador de la Holanda ocupada. La fotografía de Seyss-Inquart todavía se encuentra junto a la cama de Horst en su castillo en ruinas en el pueblo de Hagenberg.
Horst no es un apologista de las atrocidades nazis, pero tampoco acepta la culpa de su padre. “Sé que el sistema era criminal, que mi padre era parte de él”, dice, “pero no lo considero un criminal”.
Convencido de que la investigación de Sands arrojará pruebas de la esencial “humanidad” de su padre, Horst le da acceso a un vasto archivo —diarios, fotografías y cartas— que alguna vez perteneció a su madre, Charlotte. Algunas de las cartas contienen mensajes codificados que acuerdan horarios y lugares donde la pareja puede reunirse mientras Otto está huyendo. Los diarios proporcionan una crónica íntima del matrimonio de Wächter y la vida de Charlotte como esposa de un nazi de alto rango.

A pesar de las largas ausencias de Otto y de ser un mujeriego incontinente, Charlotte (que murió en 1985) siguió siendo devota de su marido, insistiendo siempre en su bondad y humanidad. Tampoco sus diarios y cartas revelan ningún reparo sobre las actividades profesionales de él. La anexión de Austria en 1938 provocó una “sincera alegría”. Mientras los judíos de Polonia y Galicia eran transportados a campos de exterminio, los diarios de Charlotte registran un torbellino de fiestas, teatro, ballet y ópera. Un recorrido por el gueto de Varsovia en un día helado en 1941 es seguido por la compra de zapatos y un concierto.
Sands también descubre que las valiosas obras de arte, las que Charlotte les dio a sus hijos como regalos de boda, fueron robadas por orden de ella del Museo Nacional de Cracovia. Desde entonces, Horst ha devuelto tantas de ellas como le ha sido posible.
Hay algo trágico y patético en torno a la vida de Charlotte, desperdiciada en un marido moralmente en bancarrota, un régimen depravado y una ideología letal. Pero su lealtad a Wächter quizá proporcione la clave de la perversa lealtad de Horst a un padre al que apenas conoció y al que no amó. Insistir en la inocencia del padre es una defensa por proximidad, una forma de proteger a la madre que sin duda adoraba.
A medida que la evidencia se acumula en contra de Wächter padre, la fe de Horst permanece inquebrantable. Cuando Sands le presenta una orden de extradición del gobierno polaco por asesinato en masa, con documentos de respaldo, Horst la rechaza alegando que Polonia estaba entonces bajo el dominio soviético. Sands es respetuoso con Horst —e incluso parece, de manera genuina, estimarlo— pero es implacable en la búsqueda de los hechos.
El título del libro se refiere a las rutas de escape que permitieron a muchos nazis evadir la justicia y huir de Europa al final de la guerra. También alude a las estratagemas emocionales y psicológicas que Horst y otros personajes del libro (y, por extensión, todos nosotros) utilizamos para evadir verdades profundamente inconvenientes.
En este sentido, Ruta de escape no sólo trata sobre sucesos del pasado, sino también sobre su peligroso legado en el mundo actual. Una formidable obra de investigación histórica escrita con todo el ritmo y suspenso de un thriller, es un recordatorio oportuno de que los crímenes contra la humanidad no ocurren sólo a nivel de los estados y los gobiernos. También tienen lugar en las profundidades más secretas y menos desentrañables del corazón y la mente de las personas.
[Artículo aparecido en “Financial Times” (16 de abril 2020). Se traduce con autorización de su autora.]
Rebecca Abrams

Rebecca Abrams es autora de siete obras de ficción y no ficción. Su primera novela, Touching Distance, fue finalista del McKitterick Prize y ganó el MJA Open Book Award. Su obra de no ficción más reciente es The Jewish Journey. Es coeditora de Jewish Treasures From Oxford Libraries y es crítica en “Financial Times” y ha escrito “The Guardian”, “New Statesman”, “Daily Mail”, “Vogue” y “Daily Telegraph”. Enseña en la Universidad de Oxford.