Reseña: “Conversaciones con Carlos Altamirano», de Gabriel Salazar

Un texto híbrido, de definición imprecisa, pero que no deja indiferente a quienes se sumergen en la vida, obra y pensamiento del más conspicuo, polémico y odiado “pije revolucionario” del socialismo chileno.

Detalle de la portada del libro, con el bando de la Junta Militar

¿Cómo condensar la biografía y el testimonio de una de las figuras políticas más veneradas y satanizadas en Chile durante la segunda mitad del siglo XX? ¿Cómo restituir el testimonio del ayer combativo y polémico secretario general del Partido Socialista y hoy retirado —y áspero crítico— de los afanes partidistas?

Carlos Altamirano Orrego, “un pije metido a revolucionario”, otrora diputado, senador, amigo de Salvador Allende y uno de los hombres más buscados por la dictadura —su rostro encabezó el bando de la Junta Militar que ordenada “Ubicar y detener” a los miembros de la Unidad Popular—, encontró en el historiador Gabriel Salazar un cómplice para emprender la tarea.

Entre el 20 de octubre de 2006 y el 7 de abril de 2010, Salazar y Altamirano se sometieron a casi 90 sesiones para intercambiar recuerdos, confrontar posturas y, como principal objetivo, sentar las bases para una nueva izquierda en Chile, más armónica con el medio ambiente, la democracia directa y la descentralización del Estado, y menos complaciente —mucho menos, claramente— con el neoliberalismo.

De ese extenso proceso surgió Conversaciones con Carlos Altamirano. Memorias críticas, un texto macizo (600 páginas), híbrido, de definición imprecisa, pero que no deja indiferente a quienes se sumergen en la vida de su protagonista.

Hay azotes para la Democracia Cristiana (“fue un factor importante en la gestación y en el desencadenamiento del Golpe de Estado”), hay un ninguneo generalizado de las derechas (“nada tienen que ofrecer salvo su conservadurismo, sus egoísmos, su falta de creatividad”) y hay una autocrítica sobre el Golpe que puede no dejar satisfechos a muchos.

Son memorias que mezclan el diálogo (primer y tres últimos capítulos), el ensayo monográfico (un tejido de la prosapia del biografiado, heredero de un tronco oligárquico) y una especie de flujo de conciencia (la mayor parte del libro) que devela el virtuosismo de Salazar como editor para articular el pensamiento de Altamirano y dotar su discurso de ritmo y estilismo narrativo.

“No es sólo el retrato «desdemonizado» de Altamirano —escribe Salazar—, sino, principalmente, la reflexión histórica que, basándose en el drama popular de 1973, se proyecta, en continuidad natural al momento actual y al futuro posible para los ideales de los que seguimos pensando que ni la izquierda ni el verdadero socialismo deben extinguirse” (p. 21).

Las Conversaciones… abordan el periplo político de Altamirano: repasan los orígenes históricos del socialismo en Chile, su confluencia con otros movimientos políticos en la región (el APRA en Perú, el MNR boliviano, la Acción Democrática venezolana), la radicalización de los sesenta, el exilio y la renovación de la izquierda, puesta hoy en un plano teórico.

Hay algunas frases notables (“Hoy, hasta algunos estudiantes pingüinos son más renombrados que el presidente de la CUT…”), hay juicios certeros (sólo estamos integrados “simbólicamente” en la Modernidad), hay puntos reflexivos altos (la radiografía a las facetas de Allende, tan contradictorias como pícaras y resignadas) y hay puntos bajos (la perorata del último capítulo sobre las versiones de la historia oficial) que, sin embargo, no logran desinflar la intensidad narrativa del conjunto.

También hay azotes para la Democracia Cristiana (“fue un factor importante en la gestación y en el desencadenamiento del Golpe de Estado”), hay un ninguneo generalizado de las derechas (“nada tienen que ofrecer salvo su conservadurismo, sus egoísmos, su falta de creatividad”) y hay una autocrítica sobre el Golpe que puede no dejar satisfechos a muchos:

“Desde mi punto de vista —declara Altamirano—, la principal responsabilidad que me compete, de la dirección de mi partido, de la dirección de la Unidad Popular y del propio Allende, fue no haber tomado plena conciencia de que un cambio tan radical como el que estábamos intentando implementar no era posible, a menos que una Fuerza Armada defendiera esos cambios”.

Un apunte final. Hace un par de meses Salazar lanzó En el nombre del poder popular constituyente, un pequeño manifiesto cocido al calor de las movilizaciones estudiantiles y cuya tesis alienta el empoderamiento ciudadano (el surgimiento del histórico y adormilado “poder popular constituyente”) para que supere a los partidos políticos y a la democracia representativa.

Es curioso que el historiador haya emprendido la confección de las memorias críticas de Altamirano, un político ícono del sistema de partidos que marcó el siglo pasado. Un sistema del que Salazar —hoy consolidado como teórico de la sociocracia— paulatinamente parece haber abjurado. Como si las memorias de Altamirano fueran el testamento y la lápida definitiva del modo de acción política de un Chile que ya no funciona más.

CONVERSACIONES CON CARLOS ALTAMIRANO. MEMORIAS CRÍTICAS
Gabriel Salazar

Editorial Debate
Año 2010

600 páginas

$21.000

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