Reseña: «Filomela», de Pablo Torche

Un libro de abundantes diálogos, personajes impulsivos y poco inteligentes, y reflexiones sugerentes que el autor podría haber profundizado.

Mito de Tereo

El chileno Pablo Torche (Santiago, 1974) presenta en Filomela su segunda novela después de Acqua alta (2009), un remake dividido en dos del mito griego protagonizado por el héroe tracio Tereo, su esposa Procne y la hermana menor de ésta, Filomela.

La relativamente breve primera parte de la novela ocurre en la Grecia antigua y narra cómo Tereo debe, para satisfacer un deseo de su esposa, convencer a su suegro, el rey ateniense Pandión, de que lo deje llevarse con él a su hija Filomela para que ésta pueda reunirse con su hermana en Tracia. Durante la breve estadía de Tereo en Atenas, el héroe se obsesiona a tal punto con su cuñada que termina violándola prácticamente apenas se bajan del barco que los lleva de vuelta a Tracia.

«Hay momentos en los que Torche desliza reflexiones de sus personajes que resultan bastante interesantes pero con respecto a las cuales queda la sensación de que se podría haber ahondado en ellos un poco más».

La segunda parte nos traslada hasta unos derruidos blocks en el sector poniente santiaguino, donde Tereo y Procne viven en permanente crisis matrimonial debido a que él no es capaz de proporcionar el dinero necesario para mantener el hogar. El resto de la familia lo componen Itis, el pequeño hijo de ambos, y la liceana Filomela, recién llegada del sur.

Y es en esta segunda parte donde comienzan los problemas para Filomela. El principal de ellos es que los abundantes diálogos exhiben una verdadera hemorragia de palabras como voh, poh, shhh y hasta algún shiaaa que seguramente el autor incluyó para otorgar lo que consideró una mayor verosimilitud al relato, pero que termina resultando, además de caricaturesco, bastante molesto para la lectura.

Por otra parte, también hay algunos temas estructurales poco claros, como por ejemplo un hilo narrativo protagonizado por Procne relativo a lo delictual que nunca llega a despegar y hacia el final del libro desaparece sin más.

Sin embargo, y a pesar de estos problemas, hay momentos en los que Torche desliza reflexiones de sus personajes que resultan bastante interesantes, pero con respecto a las cuales queda la sensación, quizás debido al propósito del autor de construir personajes impulsivos y derechamente poco inteligentes, de que se podría haber ahondado en ellos un poco más.

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