Tejas Verdes y la inteligencia del dolor

Leer El despertar de los cuervos, de Javier Rebolledo, es una experiencia incomparable con la experiencia de las víctimas de la dictadura y a pesar de eso es dolorosa. Duele saber y duele la impotencia de los procesos inconclusos, de los pactos de silencio, duele también la impunidad, pero trabajos como este, aunque dolorosos, contribuyen a este enlentecido proceso de justicia.

El despertar

El Despertar de los cuervos. Tejas Verdes, el origen del exterminio en Chile
Javier Rebolledo
Ceibo Ediciones
2013

El despertar de los cuervos. Tejas verdes, el origen del exterminio en Chile de Javier Rebolledo (Ceibo Ediciones, 2013) tiene en su portada un cuervo cuya sombra sugiere una figura humana. Menciono este detalle porque considero que lo más valioso de este trabajo periodístico es el intento por comprender aquello que por tantos años se ha mantenido en el espacio sombrío del encubrimiento. Lo que presenta Rebolledo es un libro cuya claridad en la exposición de los acontecimientos es sobrecogedora, incluyendo los nombres y fotografías de los involucrados y los detalles de la tortura que fueron efectuadas.

En el año 1974, en España, se publicó Tejas verdes. Diario de un campo de concentración en Chile de Hernán Valdés, libro testimonial que narra la experiencia del autor en su detención el 12 de febrero de 1974 hasta su liberación el 15 de marzo del mismo año. Una de las características de esta temprana publicación, al comienzo de la dictadura y antes de que se conformara oficialmente la DINA, es que no aparecen nombres, muy diferente a lo que ocurre en el caso del libro de Rebolledo, cuyos nombres además están acompañados de fotografías.

Otro elemento llamativo del libro de Hernán Valdés es la descripción de los captores: “El nuevo comandante visita intempestivamente las cabañas. Es un tipo joven, de piel aceitunada, ojos negros mongólicos y grandes mostachos también negros” (203). Esta referencia a la piel y a la edad del comandante sugiere la poca preparación de los responsables militares de estos campos de concentración.

En este sentido el trabajo de Javier Rebolledo representa un avance en la comprensión de Tejas Verdes como el lugar “donde se inició la DINA, la escuela de torturadores, ahí ensayaron lo que aplicaron después en Chile” (25). Esta cita contenida en el primer apartado del libro ejemplifica la forma en que los métodos de tortura y manejo de la información constituyeron una planificación estratégica de la dictadura. Las cuatro décadas que separan a ambos libros representan la maduración de la memoria, el avance del proceso (todavía inconcluso) de comprender las culpabilidades y las intencionalidades detrás de los acontecimientos.

El despertar de los cuervos se conforma de cuatro apartados: El origen, los sueños y tormentos, La expiación de los pecados y Los caminos. En el primero se establece un marco general de la investigación y adelanta, como señalamos anteriormente, que Tejas Verdes fue una escuela de torturadores. Los apartados siguientes explican la forma en que se preparó el golpe de Estado y la formación militar de Manuel Contreras en Estados Unidos, país que desde 1945, luego del fin de la Segunda Guerra Mundial, desarrolló lo que se ha llamado la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN). Ahí aprendió técnicas de interrogatorio y tortura de oficiales franceses que habían sistematizado y aplicado su propio método en Argelia.

El grueso del libro es el seguimiento de algunos casos de sobrevivientes de la detención y tortura en Tejas Verdes, desde el momento en que fueron llevados al lugar hasta la actualidad, para mostrar no solo los hechos concretos ocurridos en dictadura, sino también la forma en que una vida es impactada irremediablemente.

Una de las anécdotas que aparece en este libro y que fue bastante comentada el año 2013 cuando se publicó, es el encuentro de Anatolio Zárate con su torturador, el exalcade de Providencia, en la Universidad Católica, donde Cristián Labbé cree reconocerlo y Anatolio le responde: “Usted me torturó, alcalde, en Tejas Verdes” (346). Su historia termina con la tarde de felicidad cuando Labbé pierde la elección municipal, un ajuste de cuentas insuficiente para el daño recibido, pero una pequeña señal de que algo está cambiando, de que su testimonio, como el de otras víctimas de la dictadura, es necesario para impulsar ese cambio.

La historia de Olga Letelier es otra de las que estremecen al lector. Letelier fue detenida cuando todavía era menor de edad, en su lugar de estudio, junto a su pareja Juan Carlos. Perdió su virginidad con un fierro o algo parecido mientras era torturada. Su historia también es seguida hasta la actualidad: se cuenta su separación cuando ya libres Juan Carlos se fue a Holanda y dos encuentros breves que tuvieron en la adultez.

La experiencia lectora con El Despertar de los cuervos es incomparable con la experiencia de las víctimas de la dictadura y a pesar de eso es dolorosa. Duele saber y duele la impotencia de los procesos inconclusos, de los pactos de silencio, duele también la impunidad, pero trabajos como el de Javier Rebolledo, aunque dolorosos, contribuyen a este enlentecido proceso de justicia.

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