Tres apuntes sobre «El don», de Mai Jia

Mai Jia
1.
El autor chino Mai Jiaha sido llamado “el mayor fenómeno literario del mundo” por la editorial que lo publica. Si hablamos en términos netamente cuantitativos, es muy probable que lo sea. Con esta y otras novelas Mai sido un éxito de ventas en su país y ahora desembarca en Occidente con El don, que ha sido traducido de manera prácticamente simultánea a varios idiomas de esta mitad del mundo con el apoyo de la editorial china China Intercontinental Press. El don es una especie de biografía ficticia de Rong Jinzhen, el hijo ilegítimo de una poderosa familia de provincias que tras ser despreciado por ésta es criado por un anciano extranjero, el señor Auslander. Tras la muerte de Auslander es recogido por el señor Lillie (que, a pesar de lo que su nombre puede hacernos pensar, no es extranjero sino chino), emparentado con su familia biológica aunque relativamente alejado de ella. Lillie descubre el don casi sobrenatural de su joven pupilo para los números, y hace que ingrese precozmente en la universidad que él mismo dirige. Allí, Rong Jinzhen conocerá a Lisiewicz, su mentor, un matemático judío polaco refugiado de la persecución nazi, con quien entablará una particular relación que durará prácticamente el resto de su vida, y más adelante será reclutado como criptógrafo por una misteriosa agencia de inteligencia china.

 

2. El don no es, por suerte, una novela sobre matemáticas. Tampoco es una novela de espionaje, como podría ser un thriller de John Le Carré. Hay en sus páginas poco de números, trabajos de inteligencia y contrainteligencia, y bastante de observación psicológica amateur, manteniéndose siempre desde un punto de vista externo al de Rong Jinzhen, a quien conocemos a través de las palabras de familiares, colegas y otras personas que trataron con él durante su vida. Resulta interesante ver de esta manera el proceso de descomposición que sufre el protagonista del relato, atrapado de forma tanto física, en una remota unidad secreta del gobierno chino, como mental, inmerso en sus claustrofóbicas cavilaciones sobre números y códigos (si las pudiéramos ver, serían algo así como los símbolos en el pizarrón cerebral de John Nash en Una mente brillante), y cómo esto se manifiesta en las erráticas interacciones que sostiene con su entorno. La genialidad, parece decirnos esta historia, tiene un precio inabordable.

 

el don3. Mucha, muchísima agua ha pasado por el Yangtsé desde que en 1949 Mao proclamara la República Popular China tras la victoria comunista en la Guerra Civil, la Revolución Cultural de los años ’60 y la liberalización económica emprendida por Deng Xiaoping en los ’80. El don recorre prácticamente toda la primera mitad del siglo XX chino –con una breve coda casi al final, ambientada en los años ’90- y lo hace de forma segura, sin asumir grandes riesgos en su relación con el poder. Resulta lógico que sea así si consideramos los millones de ejemplares que ha vendido Mai Jia en su país (es más, el propio autor fue parte durante varios años del Ejército Popular de Liberación). Podría reprochársele entonces a Mai Jia, tal como en su momento se hizo con su compatriota ganador del Nobel, Mo Yan, sus tibias relaciones con Beijing y cómo su escritura hace eco de las políticas oficiales: se critica lo que está permitido criticar (la Revolución Cultural, por ejemplo) y se ensalza lo que se debe ensalzar (el deber patriótico; la familia Rong cede voluntariamente todas sus riquezas al nuevo gobierno comunista). Sin embargo esto, que de todas maneras es necesario tener en mente al acercarse a este libro, no es impedimento para obtener de El don una experiencia amena, reflexiva y, sobre todo, bastante entretenida para aquellos que –como quien escribe- gustan de hacer turismo literario y valoran la diversidad en lo que respecta al origen geográfico de sus lecturas.

 

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